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17 de julio de 2006

Repentino fin de semana

La que iba a ser una simple excursión al Pirineo, ida y vuelta en el día, se convirtió en todo un fin de semana fuera de casa. A las siete de la tarde vinieron a buscarme mis amigos diciéndome que en dos horas nos largábamos. Dormimos la noche de antes en Biescas —en la casa de una amiga— y a la mañana siguiente prontito partimos rumbo al Anayet, primero a sus ibones, luego al Vértice del Anayet y, finalmente, al Anayet propiamente dicho.

He de decir que hay unas vistas preciosas de todo el Valle de Tena y que la excursión merece la pena porque es muy cortita y no cuesta nada subir hasta ahí arriba a ver esas vistas. Claro que subimos por Formigal, subir por Canfranc ya es harina de otro costal. No obstante, es una excursión que recomiendo a cualquiera. Eso sí, para aquellos que gusten de disfrutar la soledad en la montaña, este no es su pico. En la cima llegamos a contar otras 12 personas además de nosotros. Pero realmente es bonito.

Después, no contentos con eso, decidimos quedarnos una noche más en Biescas y poder acercarnos al festival de Pirineos Sur, pues Lanuza está a unos 20 minutos.
Yo esperaba que fuera más multitudinario y que hubiese mucha más gente fuera y con más ambiente, pero toda la juerga debía de ser dentro. Evidentemente no íbamos a pagar la entrada, porque estábamos cansados y no sabíamos cuánto aguantaríamos. Además, esa música no es nuestro estilo. Si bien, se aguanta y no da arcadas como muchos otros, no es algo que nos llame y no nos merecía la pena pagar por ello.
Desde luego, el ambiente de fuera me decepcionó bastante. Había grupillos junto a sus furgonetas habilitadas para dormir —no había un sólo vehículo donde no se pudiera dormir dentro— y poco más. Una pequeña calle con no más de 100 personas, y cuatro o cinco puestos de chavalería con calimocho, cerveza o bocadillos. Incluso una mujer con una sartén se curraba unas crêpes que olían estupendamente. Pero vale.

Estuvimos tirados por un prado desde el que se veía a Enrique Morente como una hormiga con traje y camisa y luego dimos una vuelta para ver Lanuza y nos volvimos a buscar el coche, que habíamos aparcado bastante lejos.

No sé si volvería de propio a Pirineos Sur, pero si lo hiciera, más descansado, con ganas de fiesta, y algo de alcohol quizás me lo pasaría mejor. Contentillo no faltará, pues a maría se le respira en el ambiente.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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