Millás y los ultramarinos
Pues casi por casualidad me he encontrado este artículo del escritor Juan José Millás en el que homenajea y recuerda con nostalgia las viejas tiendas de ultramarinos en las que yo pensé al buscar título para el blog, de modo que lo mejor que puedo hacer es daros el enlace para que lo leais completo y copiaros aquí un fragmento. En la calle de Canillas, durante mi infancia, sólo había un teléfono que, por lo general, sonaba para dar malas noticias porque las buenas salían demasiado caras. Estaba en el establecimiento de un escayolista del que aprendí la importancia del vaciado en la construcción de los volúmenes sólidos, valga la paradoja. Gracias a este escayolista, mi sensación de vacío adquirió un valor existencial, incluso existencialista, mucho antes de haber leído a Sartre. Había en esta calle también una tienda de ultramarinos, de ultramarinos, qué palabra. Hoy ha perdido su prestigio frente a términos como supermercado o híper, pero entonces creíamos en la reputación de las cosas que llegaban de lejos. Comprábamos, en fin, en ella el bacalao, la sal, el aceite, las galletas y el coñac de garrafa. Los alimentos estaban expuestos al aliento del público y a las deyecciones de las moscas, pero entonces teníamos con ellas, con las moscas, una relación más fraternal que ahora. No digo que no las matáramos, y de las maneras más crueles que quepa imaginar, pero creíamos que formaban parte del universo, de nuestro universo, y que eran nuestras hermanas, o nuestras cuñadas en el peor de los casos, aunque personalmente siempre estuve convencido de que eran hadas. Las moscas eran hadas, como suena, créalo usted o no: a mí me concedieron muchos deseos, y todavía hoy, en los momentos más difíciles de la vida, no es raro que una mosca se me pose en el dorso de la mano en señal de apoyo o solidaridad.
Más adelante compara las antiguas tiendas de ultramarinos con los actuales locutorios moros —generalmente, aunque también abundan de suramericanos—, la cual es una comparación en la que yo ya había pensado en más de una ocasión cuando cruzo por delante de alguno de esos. Y lo hago habitualmente, porque donde estudio está plagado ;D.
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