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11 de agosto de 2006

Napoleón y la ciencia

En 1802, tras estallar la guerra entre Francia e Inglaterra y después de un breve período de paz cayeron prisioneros unos cuantos ciudadanos ingleses. Se pidió a Napoleón que los dejara en libertad y estuvo a punto de negarse hasta que vio que entre los firmantes de la petición estaba Edward Jenner. El hombre de la viruela y su vacuna ya tenía por aquellas fechas fama mundial. Napoleón exclamó: "¡Ah, Jenner! Yo no puedo negar nada a ese hombre", y los dejó en libertad.

En 1807 sus conquistas lo llevaron hasta Polonia. Expresó su sorpresa por el hecho de que jamás se hubiese erigido una estatua en honor de Copérnico y, como consecuencia, hizo construir una. Ningún sacerdote católico quiso hacerse cargo del oficio religioso durante la inauguración.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Jeje, ahora ya sé cuál es tu blog :-)

Gracias por el enlace.

Salud!