He cambiado la dirección de mi blog

Éste es ya un vestigio del pasado. Visita
http://www.tiendadeultramarinos.es
y actualiza tus marcadores.

26 de noviembre de 2007

Varapalo ejemplar

"Hace unos días un medio de comunicación de nuestro grupo reunió entorno a la mesa a una decena de los principales empresarios españoles -construcción, finanzas, sector eléctrico, un buen pedazo de PIB en suma- y lógicamente llegó el momento de los pronósticos electorales. Una vez que hubieron hablado todos, quedaron perfilados dos bandos: el de quienes están convencidos de que después de los comicios de marzo el ministro de Economía seguirá siendo Solbes y el de quienes apuestan por la rehabilitación de Miguel Sebastián y su entrada triunfal en el Gobierno con dicho rango. Ni uno sólo de ellos -pese a la conocida adscripción al PP de varios de los presentes- se atrevió a augurar un triunfo de Rajoy y por lo tanto un relevo general de los ministros.
[...]
Puede alegarse, con razón, que en noviembre de 2003 ese mismo grupo de empresarios se hubiera mostrado unánimemente convencido de la victoria de Rajoy y que lo esencial será el clima social en el que amanezca España el día de la votación. Pero para que un vuelco tan grande en las expectativas pueda repetirse cuatro años después, no sólo sería imprescindible que el PP hiciera una campaña tan apañada como la de Zapatero entonces, sino también que se produjera un shock colectivo comparable al del 11-M y que el Gobierno socialista cometiera errores tan garrafales como los que determinaron la pésima gestión de aquella crisis por parte de Aznar
[...]
No, aunque perdure entre sus fieles la sensación de que hace cuatro años se abrió la bóveda del cielo para que un rayo implacable le fulminara, el Partido Popular no puede esperar que sea otro fenómeno sobrenatural de carácter exógeno el que le devuelva al poder. Por eso la Convención Política de sus principales cuadros que hoy concluye debería estar sirviendo para una reflexión profunda sobre cuál es su situación y cuáles sus horizontes. Si ellos no lo remedian con un espectacular sprint final, volverán a perder las elecciones e incluso me atrevería a decir que a día de hoy existen más posibilidades de que se agrande la diferencia de aquel 14-M -sin descartar siquiera una mayoría absoluta socialista- que de que se reduzca.
[...]
Entonces sucede algo con lo que nadie contaba. El cumplimiento de la palabra dada por Aznar de renunciar a un tercer mandato no se convierte en la culminación de la ruptura con un concepto patrimonial del ejercicio del poder que el PP decía estar impulsando, en contraste con lo que representó el felipismo, sino en el detonante de una paradójica involución hacia una forma de gobernar más petulante y personalista, en la medida en que el gran artífice de los éxitos anteriores deja de estar constreñido por su astucia política y su dependencia de la opinión pública; o lo que es lo mismo, deja de hacer lo que le conviene y empieza a hacer lo que le apetece, dando rienda suelta a sus fantasías sobre cómo ocupar un lugar en la posteridad.
[...]
Aunque el PP mantiene sus posiciones en Madrid y Valencia, gracias a la solidez de su gestión autonómica y municipal, ha dejado de ser el partido que representaba la modernidad y la transparencia frente al clientelismo y la corrupción, para volver a quedar identificado con una actitud demasiado conservadora e incluso retardataria de los cambios y respuestas que exigen los nuevos retos de la globalización. Desde este punto de vista la metedura de pata de Rajoy, calándose la boina del «pues mi primo me ha dicho», frente a la acumulación de evidencias científicas sobre la gravedad del cambio climático, fue una catástrofe de la que no tendrá más remedio que desquitarse, demostrando desde ahora una especial sensibilidad medioambiental.

Pero vayamos por partes. Cualquier proyecto centrista y liberal con vocación de alternativa al renovado socialismo de la ética indolora y los asesores internacionales de lustre, que tiene como emblema la sonrisa imperturbable de ZP, debe incluir a la Iglesia Católica y demostrar sensibilidad hacia sus inquietudes, pero la identificación de ambas agendas como viene sucediendo en esta legislatura es absolutamente contraproducente para los intereses del PP. Por muchos reparos que le produjera desde el punto de vista jurídico, el PP no debía haber dado la batalla contra el matrimonio homosexual en términos propios de quien combate un pecado. Tampoco debería oponerse a la investigación con embriones o a cualquier otro avance razonable de la biociencia. Y tampoco debería ser beligerante contra la existencia de una asignatura que se llame Educación para la Ciudadanía, tal y como sucede en buena parte de los países democráticos, sino más bien tratar de influir en sus contenidos para que los valores constitucionales -o la Educación Vial- se transmitan a los jóvenes sin sectarismos ni falsificaciones.
[...]
Por supuesto que hay motivos para reclamar la ilegalización de ANV, afeando a Zapatero, Conde-Pumpido y Bermejo sus papelones en la farsa de la criba de sus listas, pero cuando ETA intenta infructuosamente asesinar semana tras semana, lo prioritario es el apoyo al Gobierno que lidera la lucha policial contra el terrorismo.
[...]
Un programa que apueste por estimular la participación política -listas abiertas o al menos desbloqueadas-, que vuelva a reducir los impuestos, pero también el despilfarro público -¿por qué no privatizar todas las televisiones que pagamos los contribuyentes?, ¿por qué no recortar drásticamente la burocracia funcionarial?- y que, sin embargo, no escatime recursos para la enseñanza, la seguridad ciudadana, la investigación científica, la inversión en banda ancha, la reducción de los accidentes de tráfico, las políticas de igualdad que primen la inserción laboral de la mujer sin necesidad de imponerla como cuota o... la lucha contra el cambio climático.
[...]"

Y una vez habéis leído todo esto os diré el autor: Pedro J. Ramírez (os dejo el artículo completo). No acostumbro a seguir a este hombre, pero lo que tenemos todos más que oído es que es un derechoso conservador muy afín al PP. Sin embargo, y a pesar de ello, les mete un varapalo ejemplar. Y ejemplar tanto para unos como para otros; ejemplar para cualquier persona.

La mayoría de la gente, sea de la ideología que sea, sigue ciegamente a los líderes de su partido y difícilmente dan el brazo a torcer por más que su representante lo haga irrisoriamente mal. Acostumbran a regirse por el signo igual (=): Si lo dice Zapatero = bien; si lo dice Rajoy = mal. Y viceversa los del otro bando, por supuesto. Ésta me parece, por descontado, una actitud totalmente reprochable y que a nadie nos gusta reconocer (no dudo que yo lo haya hecho en más de una ocasión; aunque no creo que sea en el ámbito político).

Por eso, pese a que Pedro J., por lo que he podido oír —y lo que se deduce fácilmente en muchos puntos de la citada carta— no sea una persona cuyas creencias vayan a casar con las mías, no puedo menos que aplaudirle éste artículo.

No hay comentarios: