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26 de julio de 2007

Tortilla española sin patatas ni huevos

Esta semana llegó a mis manos la edición de este mes de la revista Muy Interesante, que durante secundaria seguía asiduamente y con gran ilusión en la biblioteca de mi instituto. Ésta, y la QUO son dos revistas que sólo te gustan y crees en ellas cuando eres un chaval. Una vez dejas la adolescencia a un lado te das cuenta de que no son mas que artículos pseudo-científicos muy llamativos y amenos, pero poco más. Algo así como la prensa amarilla de la ciencia, o al menos ese concepto tengo de ellas hace ya un buen tiempo. Sólo hay que ver los titulares de este mes: Podremos cumplir los 500 años, Persia contra Grecia: la I Guerra de ls Mundos, ¡Nos invaden los ciberbichos!, Biocombustibles... anuncios con mucho gancho, pero más alarmistas/esperanzadores y especulativos que otra cosa. Pero bueno, es una simple opinión, no vaya a venir aquí algún talibán a tacharme de prejuicioso y bla, bla bla.

Sin embargo, como cuando voy a liberar rehenes tengo que llevar algo para leer y no teníamos otra cosa, me la he ido leyendo estos días y he encontrado una cosa realmente curiosa y es la preparación de una tortilla sin patatas ni huevos.

Según afirman en el artículo, en el año 1937 en plena Guerra Civil —os aseguro que he conocido mucha gente que no sabría qué cojones estaba pasando entonces, y en la universidad oiga— un huevo en Barcelona costaba 12 pesetas, y el sueldo de un maestro estaba en las 300. Con un precio así, jodido lo tenía la gente para almorzar un par de huevos fritos como dios manda; y parece ser que las patatas —comida barata por excelencia— también andarían de buen precio, alguien ideó una receta para simular una tortilla de patatas y tener algo que llevarse al buche.

Según indica Ignacio Doménech en Cocina de recursos, las patatas se crean a partir de naranjas de corteza gruesa a las que se corta la parte blanca en láminas. Estas se echan en agua durante tres horas para quitarles el sabor. Luego se escurren, se salan y se fríen con cebolla picada. Para sustituir el huevo se prepara un plato frotado con un diente de ajo, se ponen cuatro gotas de aceite, sal, cuatro cucharadas de harina de trigo, una cucharadita de bicarbonato, pimienta blanca, diez cucharadas de agua y se bate hasta que no queden grumos. Se deja reposar diez minutos y se añade para cuajar la tortilla.
En el artículo hablan acerca de otras peculiaridades culinarias, pero no me llaman la atención como ésta. De todos modos me sorprende que puedan permitirse cebolla y ajo y no unas patatas; aunque desconozco la diferencia de precio actual —y por supuesto de entonces— de estos alimentos.

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